The structure of raloxifene
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Evista

Raloxifene is an oral selective estrogen receptor modulator which is used in the prevention of osteoporosis in postmenopausal women. There has been some evidence that raloxifene can reduce the incidence of breast cancer, but this has yet to be proven in a clinical setting. Raloxifene is produced by Eli Lilly Pharmaceuticals and is sold under the brand name Evista.

SERMs mimic estrogen in some tissues and have anti-estrogen activity in others. Other SERMs, such as Pfizer's lasofoxifene and Wyeth's bazedoxifene are in the late stages of clinical development.

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Un Quijano para el otro país
From Archipielago, 4/1/05 by Marcos Reyes Dávila

Debo expresar, antes que nada, que con regocijo damos inicio a este gran Encuentro de Revistas Culturales--Literarias Puertorriqueñas, encuentro de una magnitud que me parece no habíamos visto nunca en Puerto Rico. Y ello es así porque nuestra convocatoria ha sido completamente abierta, incluyente, sin discriminación de clase alguna, y además, sincera y fraternal.

El propósito que nos alienta no es pequeño. La Junta Editora de Exégesis y el Departamento de Español de este recinto les abren su casa y disponen para ustedes la mesa redonda de un diálogo fraterno con el propósito de conversar sobre una pléyade de asuntos que, aunque son muy nuestros, también son muy necesarios para nuestro país. También nos mueve el propósito de que juntos decidamos si estamos dispuestos a poner el brazo detrás de la idea que reconoce la utilidad y la necesidad de constituir una asociación puertorriqueña de revistas culturales.

Hemos manifestado ya nuestra convicción de que las revistas culturales desempeñan en el proceso cultural puertorriqueño una función vital, aunque sostenemos que su envergadura no ha sido verdaderamente advertida porque operamos en radios muy circunscritos a nuestro propio perímetro, predefinido por nosotros mismos. Ese fraccionamiento de nuestras operaciones y de nuestro modo de difundir nuestros esfuerzos impide que pueda verse todo el inmenso, variado y diverso taller de creación que pulula de continuo, incesantemente, por toda la nación puertorriqueña. La crítica, los ojos del público más avieso, han visto este quehacer con los ojos de la abeja, como un mosaico de piezas dispersas, como esas líneas de las planicies de Nazca, que sólo desde una altura lejana componen la morfología apreciable de su contorno. Es necesario, pues, que nos unamos, que cooperemos unos con los otros, para que nosotros mismos, y los demás, y la historia misma de la cultura y de las ideas, contemplen la figura de personaje quijotesco que diariamente hemos vivido y asumido con heroísmo desprendido en pro de nuestras convicciones y del servicio desinteresado a nuestra patria. Tenemos la certeza de que unidos podemos elevar y aumentar, dramáticamente, nuestra presencia y nuestra influencia lo mismo dentro que fuera del país, de manera que nuestro trabajo contribuya aún más a forjar una cultura nacional de paz y de justicia social.

Como anfitrión, pido disculpas de antemano si se diera el caso de que alguno de los presentes se sintiera aludido por lo que voy a decir. Pero creemos firmemente que las revistas son mucho más que los detalles del formato, la tipografía y las ilustraciones, las exigencias de los bibliotecarios, porque sentimos que en las revistas palpitan y se abrigan las almas.

Estamos celebrando este año el cuarto centenario de la publicación de El Quijote. Hace pocos días leí en un periódico del país que El Quijote representaba como figura heroica de los tiempos modernos a un hombre derrotado. Este hombre "derrotado" no podía referirse a Cervantes, imagino, porque aunque acaso Cervantes nunca imaginó la grandeza de su creación, aunque acaso Cervantes muriera sintiéndose subestimado y disminuido por otros autores de su Siglo de Oro, lo indudablemente cierto es que creó el personaje de mayor vigor y trascendencia de la cultura occidental. ¿Cuántos de nosotros no quisiéramos crear un personaje que no temiera a la muerte?

No entendí, lo confieso, la aseveración anterior del autor de este artículo, porque tampoco veo cómo puede llamársele "hombre derrotado" a Alonso Quijano. Quijano, según lo comprendí bien hace más de treinta años en una monografía que escribí en México para un curso de postgrado, encarnó las aspiraciones del humanismo renacentista, de manera que lo que en verdad hace Cervantes en su novela es narrar el choque brutal de esas aspiraciones utópicas contra la decadente realidad española de su tiempo. El Quijote es la narración de este encuentro de lucha, de esta batalla secular que seguimos viviendo aquellos que hoy creemos, todavía, en los sueños de una utopía que nos promete la libertad, la justicia, la hermandad entre todos los seres hermanos.

Cuántos miles de hombres derrotados, me pregunto, no trataron de emular las aventuras de Quijano en la historia real. Piénsese en Bolívar, piénsese en Hostos, piénsese en Martí, piénsese en Sandino, piénsese en el Che Guevara, piénsese en Salvador Allende, piénsese en el Subcoman-dante Marcos ... Cuántos héroes de la libertad y de la justicia ofrendaron su vida en pro de sus pueblos y de sus patrias y con una visión de amor que no caduca. La lista es interminable: un río que viene desde antaño, desde la más remota antigüedad, y que pasando por este presente y debajo de nuestros propios pies se proyecta, lleno de contradicciones y conflictos, mas con una certidumbre perfectible, hacia el porvenir, mientras deja a su paso esta estela dramática que mezcla la sangre con la luz, el dolor con la alegría, la convicción profunda de que, con una ardiente paciencia, se construye poco a poco un trayecto que hace de la vida y de la historia algo digno del recuerdo, digno de la lírica y digno de las grandes epopeyas.

Por representar ese esfuerzo de quien trabaja por el bien de su comunidad, seleccionamos como mascarón de proa de este encuentro el nombre de Nilita Vientós Gastón, esa minúscula mujer gigante que se paseaba por las masculinas asambleas de intelectuales, como se dijo de aquella Sor Juana Inés de la Cruz, es decir, "como una galera real en medio de chalupas", y que edificó con su esfuerzo una de las revistas puertorriqueñas de mayor proyección internacional en nuestra historia. Con toda modestia decimos aquí que, con la asistencia de ustedes, pretendemos hacer de este encuentro algo digno de su recuerdo. Y es que el verdadero quehacer de los editores de revistas no está en la pugna contra las erratas ni en la proyección de nuestro egocentrismo: está en el servicio a la comunidad, está en la convicción de que se trabaja por el bienestar colectivo de la patria, está en la conciencia de que vivimos una batalla en el campo del pensamiento que enfrenta la verdad contra la propaganda interesada, está en la necesidad de comprender cómo los cambios de los tiempos afectan nuestros compromisos fundamentales y nuestras certidumbres más acariciadas, está en el compromiso con la libertad asediada en nuestras sociedades de mercado, con la urgencia de buscar remedio para el que sufre, con la denuncia de una pobreza que ya no es necesaria pero que sin embargo crece lo mismo aquí que en cualquier lugar del mundo. Está contra la náusea que debería provocarnos a todos el uso de la fuerza militar de unos pueblos contra otros, como lo está también contra la amenaza que se cierne contra esa libertad que nunca está a salvo de los lobos. No podemos olvidar, por favor, que la pobreza no es una metáfora.

Les propongo que consideremos como un discurso que nos apela en particular a los editores, ese de la bella canción de Teresa Parodi que se titula El otro país, que habla no sólo sobre ese país que sueñan nuestras esperanzas y deseos, sino de un país, otro país, que se sitúa más allá de nuestras utopías más afiebradas pero que está aquí, justo aquí, frente a cada uno de nosotros. Me refiero al país en el que trabajamos y damos lo mejor de nosotros, el país en el que luchamos cada día, el país de nuestras militancias, el país en el que construimos juntos, el país de nuestros haceres y quehaceres, el país que podemos transformar con nuestro esfuerzo, el país sin fronteras, el reino de este mundo del que habló Alejo Carpentier, que sanará nuestro largo dolor y que nos provoca la inmensa alegría de las esperanzas inmensas, pues, como dijo visionariamente Juan Antonio Corretejer en Alabanza en la torre de Ciales, ese otro país que construyen las manos que hoy trabajan nos traerá consigo la nueva patria liberada. Ese sueño de esperanza es el que da valor y sentido a la vida. Está clarito en El Quijote: ¿o no es cierto, pregunto, que Quijano muere cuando no puede ya luchar más por sus visiones y sus sueños? Y es que la esperanza, compañeros, tiene más peso, mucho más peso, que la tinta.

* Discurso de apertura en el Encuentro de Revistas Culturales--Literarias Puertorriqueñas, leído el miércoles 16 de febrero de 2005 en el auditorio de la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Marcos Reyes Dávila, escritor puertorriqueño y editor de la revista Exégesis, fue el coordinador del encuentro, al que Arehipiélago fue invitado a participar.

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